Las termitas que llevaron a la Iglesia de Santa Clara a un estado calamitoso forman parte de la narrativa que, se ha contado para explicar los largos trabajos de conservación y restauración en una de las mayores referencias del barroco nacional y ejemplos de talla dorada del país.


Hoy, la Iglesia de Santa Clara, monumento nacional catalogado en 1910, vuelve a estar abierta al público, restaurada en todo su esplendor y dorada magnificencia. Y ni siquiera se olvidó la antecámara de ese templo reluciente, fiel depositario de siglos de historia del arte sacro que se revelan más allá de la barrera física del Largo 1º de Dezembro.


Durante la ceremonia de reapertura de la Iglesia de Santa Clara celebrada el pasado viernes, el alcalde de Porto elogió el “matrimonio” entre diversas entidades para la realización de esta obra de filigrana, que supo “preservar la identidad del lugar”, manteniendo “la armonía e integridad” de sus influencias renacentistas y barrocas.


Para Rui Moreira, el antiguo templo de las Clarisas, que curiosamente en la misma fecha, 22 de octubre del lejano año 1427, había formalizado el compromiso de construir su convento, seguirá siendo hoy un “lugar de meditación y contemplación de creyentes y no creyentes”. Sin embargo, a partir del 22 de octubre de 2021, casi 600 años después, las albricias se trasladan al papel activo que Santa Clara tendrá en la proyección del “patrimonio de excelencia” de la ciudad de Porto, en particular su Centro Histórico.


Habiendo entregado en voz alta la oración del alcalde a Santa Clara de Assis (Santa Clara de Asís), ella se encargará de cumplirla con excelente devoción, así también cree Laura Castro, directora regional (Direção Regional de Cultura do Norte), para quien el potencial de la iglesia restaurada ya representa un fuerte atractivo turístico de la ciudad.


Aunque solo ha participado activamente en el proceso en los últimos seis meses, Laura Castro no ocultó que esta fue una de las mayores contiendas que ha enfrentado la DRCN en los últimos años, la de mayor volumen de inversión, a pesar de que ha enumerado una serie de otros proyectos de escala comparable que la entidad regional está elaborando.


En Santa Clara había “mucho trabajo y empleo cultural especializado”, dijo la dirigente, que no escatimó elogios para los mecenas. “La movilización de diversas entidades denota una sociedad despierta y comprometida socialmente”, dijo Laura Castro.


De vuelta “al disfrute público”, tras un cierre forzoso en 2016, cuando la intervención ya estaba “al límite”, la Iglesia de Santa Clara deja ahora al descubierto todo su patrimonio, restaurado ejemplarmente por un equipo multidisciplinario, que también mereció la observación de la secretaria de Estado, Ângela Ferreira.


El bispo, D. Pio Alves recordó que muchas de las esculturas religiosas que allí se pueden ver en los diferentes altares “se deshacían” al primer toque, porque dentro lo que quedaba ya no era materia, “estaba hueco”. Pretérito imperfecto que sirvió al sacerdote para ilustrar “un viaje tan largo, de altibajos, y de muchas discusiones también”, que se puede ver en un documental, con el antes y el después de la obra, mostrado a los visitantes en una de las salas contiguas.


Al final de la ceremonia, la Iglesia Parroquial de la Sé Catedral de Porto ofreció un recital, dirigido por el organista Nuno Mimoso, utilizando el histórico órgano de tubos, que también fue totalmente restaurado. El que toca, del lado izquierdo al entrar a la iglesia, tiene 1059 tubos; el del lado derecho también, pero es “un órgano mudo”. "Está ahí, solo por el bien de la simetría".


La Iglesia de Santa Clara tiene mucho por descubrir además de su impresionante talla dorada y juegos de materiales y texturas. Tiene un coro alto y otro bajo, un órgano que toca y otro que es mudo, y marcas de otras intervenciones pasadas, encontradas accidentalmente durante los trabajos de restauración y dejadas hábilmente al descubierto en algunos lugares, como el revestimiento de azulejos azules y blancos.

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    Actualizado por última vez 2022-12-06